sábado, 21 de marzo de 2009

Fló

Yo tenía 3 años, cuando a Fló se le ocurrió nacer.

Sí, mi vida de hija única (no hay cosa más perfecta que esa vida, bah, al menos, desde mi punto de vista) acabó con la llegada de esa nena rubia y llorona.

Hoy en día, la mocosa creció. Sí, está casi tan alta como yo, y más buena que yo, seguro. Pero, más allá de eso, la diferencia se nota.

Yo soy más tranquila y obediente. Ella no se queda quieta, y jamás de los jamases obedece a la orden de "apagá la compu", "ayudame con tal cosa", o "no hagas eso". A mí me gusta leer y sacar fotos. A ella le gusta sentarse a chatear, escribir con mala ortografía, y delinearse los ojos.

A mí si me gusta un chico, lo miro disimuladamente, y él jamás se entera. Ella prefiere gritarle "¡papito!" y sonreírle con picardía.

Escucha mal, y repite peor, pero es buena mina, y siempre tiene algo para acotar.

La mayoría de las veces me hace reír, aunque a veces no me río de ella, sino con ella.

Hoy, por ejemplo, estábamos viajando en colectivo. Dos señoras se tenían que bajar, dejando los asientos libres. Fló se apuró a sentarse, y tomé lugar junto a ella. Antes de apoyarse en el asiento, se sacó el celular del bolsillo.

-Yo me siento encima del mío, y se la banca -le digo.

-El mío también, pero me duele el culo sino.

1 comentario:

  1. La vida de hija única es una patada en los ovarios. Disfrute de su hermana, señorita, es uno de los vínculos que más dura.

    Suerte n.n

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